Patterns of nature 
Chechu Álava, Ana Teresa Barboza, Juan Baraja, Noemí Iglesias, Marina Nuñez.

Del 15 de diciembre de 2021 a  30 de enero de 2022
Horario: martes a viernes de 17:00 a 20:00 horas
Para obtener el catálogo de la exposición pincha aquí.


La naturaleza va entrando en el discurso moderno muy a duras penas. Repito, ¡muy a duras penas! Los artífices ilustrados de la modernidad (que no iluminados y mucho menos brillantes), desde el principio, consideraron a la naturaleza como su opuesto. De hecho, una de las ideas centrales que se maquinan en la Ilustración consistirá precisamente en separar la naturaleza de la cultura. El hombre moderno ha de abandonar su condición natural para ingresar y ser partícipe de la historia a través de la cultura. Es decir, la Ilustración, en nombre de la Razón, vino a diseñar e imponer una especie de linea demarcatoria entre la civilización y el salvajismo, entre lo moderno y lo premoderno, entre un estado político culturalmente avanzado y un estado natural vacío de todo contenido histórico y/o cultural. Por tanto, el Estado de Naturaleza es un estado brutalmente animal, en el que se puede ser libre e igual pero nunca racional. El estado natural carece de razón, queda fuera del contrato social.

Si tenemos en cuenta que la modernidad se proyecta desde el eje norte-masculino- blanco-rico-heterosexual, que se dibuja trazando una linea horizontal que recorre el planeta desde San Petersburgo a Nueva York, es fácil adivinar quienes son los que quedan relegados a la condición de salvajes, carentes de Razón y, por supuesto, en los márgenes del pacto social. El eje contrario (sur-femenino-negro-pobre-homosexual) ha sido condenado a ser el eterno subalterno. Patrones naturales, sí. Pero desposeídos de razón.

¿Cómo explicar que la existencia histórica/cultural burguesa haya acabado por imponerse como la característica capital de la humanidad? ¿Cómo es posible que la “cultura” haya sustituido a la “naturaleza” como problema central del pensamiento moderno? ¿Acaso los subalternos no fundamentan historia ni cultura alguna?

En las artes plásticas, estos patrones de naturaleza han sido fuente de inspiración y material con el que construir vías de escape para abandonar la dictadura de la “razón” que nos ha impuesto el pensamiento reglamentario occidental. En la presente exposición podemos encontrar varios ejemplos.

El mundo femenino de Chechu Álava aparece velado. Las mujeres de Chechu surgen de entre la bruma con intención de revelarse y hacerse presentes, pero sin olvidar la cortina de humo que la historia ha vertido sobre ellas. Pueden leerse estas imágenes como la reivindicación de un derecho indiscutible por naturaleza: Ser Mujer y, como tal, motor fundamental del proceso civilizatorio. De mujeres histéricas, cíborgs, medusas, momias y demás monstruos nos habla también Marina Núñez. La carta de naturaleza que le otorga Marina al Otro es evidente. En su obra se diluyen los límites entre lo salvaje y lo racional, lo aberrante y lo normativo, lo humano y lo tecnológico. Lo híbrido, para esta artista, es parte intrínseca de un sistema cultural que no puede dejar de lado ni los impulsos más primitivos ni las fantasías más desbordantes. Otros desfavorecidos por este sistema “racional” que pretende restar validez a lo natural son los niños. Regina Giménez se inspira en los gráficos de los libros de texto infantiles, llenos de formas y colores puros, para crear un mundo alejado de la realidad postindustrial y consumista que nos ha dejado en herencia la modernidad más despiadada. Su obra invita a la introspección, incluso a la autocrítica, para acabar en otros lugares que podrían ser pensados como guarida de los perdedores.

Desde realidades más materiales tenemos las obras de Ana Teresa Barboza. La fisicidad del paisaje -un paisaje del silenciado sur, por cierto- y técnicas textiles

artesanales, fuera todo atisbo de “modernidad”, se conjugan en el trabajo de Ana Teresa con otros métodos propios de sociedades tecnológicamente más “avanzadas”. El objetivo parece estar bien claro: evidenciar la procedencia “natural” de la materia, ofrecer al espectador el contacto directo con ésta y propiciar el intercambio cultural en un mundo global. Juan Baraja, por su parte, investiga las posibilidades formales de la luz como material constructivo. La luz supone en la historia de la fotografía un paradigma incuestionable de patrón natural. Juan maneja la materia-luz como un auténtico elemento de construcción a la hora de captar la imagen de los edificios, y lo hace de tal forma que el principio natural se impone así ante lo culturalmente construido.

Un concepto más abstracto, pero profundamente natural, como es el amor, es el que aborda en su obra la artista Noemi Iglesias Barrios. Noemi escarba en el afecto por excelencia para comprobar cómo éste se acaba convirtiendo en una especie de consumismo romántico y cómo las emociones puras se transforman en mercancía intercambiable dentro del sistema capitalista. Vemos aquí como el pensamiento dominante absorbe para sí un sentimiento genuinamente natural. La performance, los medios cerámicos y el sumamente delicado arte floral en porcelana son algunos de los procedimientos que la artista utiliza para materializar su discurso.

El gran problema es que este error de cálculo ilustrado por el que se condenó al Estado de Naturaleza a la nada más absoluta no se ha acabado de corregir y es urgente hacerlo cuanto antes. Con esta exposición -Patterns of Nature- se desea ayudar a cambiar esta realidad creada desde el poder.

Juan Llano Borbolla. Llanes. Noviembre, 2021.